domingo, 16 de agosto de 2009

Vacunas ¿Qué son las vacunas? y ¿Para qué sirven?


¿Qué son las vacunas? y ¿Para qué sirven?


En la actualidad los niños disponen de una serie de vacunas que, administradas a muy temprana edad y con las correspondientes dosis de refuerzo, les garantizan una defensa eficaz frente a las enfermedades infecciosas de mayor difusión. Durante el primer año de nuestro pequeño es necesario aplicarle determinadas vacunas para protegerlo de enfermedades infecciosas, Existen gérmenes que inducen en el organismo la fabricación de unas sustancias llamadas anticuerpos, que en un próximo contacto con los mismos microorganismos los destruirán antes de que se desarrolle la enfermedad. A esta inmunidad se le llama activa y suele ser para toda la vida. Otras veces estos anticuerpos provienen de otra fuente y no los fabrica el organismo. Es el caso del bebé, que recibe estas defensas a través de la plancenta, durante la lactancia o bien cuando se inyecta un suero hiperinmune o una gammaglobulina específica, rica en anticuerpos, de una enfermedad infecciosa concreta (tétanos, tosferina, parotiditis). El tipo de inmunidad que se genera de este modo dura sólo unas semanas, después de las cuales el individuo vuelve a estar expuesto al padecimiento de la infección si se repite el contagio. Se trata de una inmunidad pasiva: el organismo recibe directamente los anticuerpos y no tiene que "esforzarse" en fabricarlos. Cuando estos anticuerpos se agotan la inmunidad desaparece. La finalidad de las vacunas es inducir al organismo, en el que se inoculan, a fabricar anticuerpos específicos, es decir se crea una inmunidad activa, que si no es definitiva, sí es muy duradera.


¿Para qué sirven?

Las vacunas o inmunizaciones tienen dos objetivos fundamentales: proteger contra las enfermedades infecciosas a nivel individual y colectivo, para que a largo plazo, se consiga la erradicación de las enfermedades. Las vacunas se elaboran a partir de gérmenes atenuados o inactivos: microbios vivos a los que se les ha quitado su virulencia o poder infeccioso sin perder su capacidad de provocar respuesta inmunitaria, sometiéndolos a unas condiciones de vida inadecuadas para ellos, como exposición a temperaturas que alteran su mecanismo de reproducción o agentes químicos esterilizantes.


Reacciones de las Vacunas

Las vacunas pueden provocar reacciones, la mayoría benignas, como fiebre, y malestar general y erupción al cabo de 2 a 7-10 días, dependiendo de la vacuna; inflamación de los ganglios regionales en el caso de la vacuna de la tuberculosis (BCG) y dolores articulares en la vacuna antirrubéola. Además existen reacciones más tempranas, locales, consistentes en el dolor e hinchazón en el punto de la inoculación.
Vacuna antihepatitis-B.
Actualmente se administra siempre a los recién nacidos, hijos de mamás seropositivas a este virus, así como a los adolescentes y otros individuos del grupo de riesgo.
Vacuna anti Hæmophilus Influenzæ B (HiB), también llamada "vacuna de la meningitis" por ser este germen responsable de un porcentaje importante de las mismas. Las causas de una meningitis pueden ser víricas y bacterianas.
Vacuna antivaricela.
Vacuna de virus vivos atenuados que se recomienda a niños que padecen leucemia en fase de remisión, inmunodeficiencias, etcétera.
Vacuna antigripal.
Formada por virus inactivados. Es necesario aplicarla cada año para poner al día los cambios que sufren los virus (mutaciones). Existen más vacunas pero se utilizan menos y se reservan para momentos epidérmicos o viajes a países donde la enfermedad tiene carácter endémico y otras con indicaciones concretas.

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